La mañana no se ha hecho esperar con el reposado sentir de
los que, de nuevo, han vuelto a las andadas. Mientras media España se congela,
en la montaña vivimos al resguardo del viento polar y asistimos embelesados al
milagro de la naturaleza cuando los copos que bajan como torbellinos de
diminutas plumas se van posando en la ladera, envolviendo el entorno de luciente
blanco. Ya en el regreso de mi carrera rutinaria, abrazado al frío, sigo de
cerca el horizonte que me lleva, un domingo más, a mi Torre, cuna de hazañas
habidas y por haber, donde mis amigos ya inician la preparación para la semana
más grande. Muchas felicidades
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