domingo, 7 de febrero de 2016

Andorra domingo de carnaval 7 de febrero

El carnaval es una manera de reírse de todo (hasta de uno mismo) sin que ello resulte escandaloso o comprometido. El carnaval se vive en las calles, travestidas en el anonimato de disfraces y máscaras, donde la apariencia de la provocación, por original, ridícula o absurda, es lo canónico. Por unas horas, por unos días, dejamos de ser lo que somos para confundimos en el atuendo que reivindica nuestros deseos más oscuros o nuestras frustraciones más veladas. Así, despojados del pudor cotidiano, damos rienda suelta a los instintos, al desenfreno efímero, que busca ese prurito de purificación catártica para regresar del sueño de los vivos a la vida de los sueños. Y es que la vida es una habitación con vistas a un pasado soñado y a un futuro con fecha de caducidad.  Mientras, yo sigo soñando caminos de mi tierra, río de plata, amanecer dorado de montañas blancas, calles esteladas de humo que blanquea el recuerdo, amigos como sombras ilustradas en la nube de la mañana… De nuevo, la carrera me lleva, como el pasacalles carnavalesco, a la vida soñada en un trayecto de ida y vuelta.

No hay comentarios: