La semana previa a la
maratón se vive de una manera especial. Atrás quedan muchas horas de entrenamiento,
de mentalización y de asimilación del compromiso que supone enfrentarse a esta dura
prueba. En la jornada de hoy buscamos las sensaciones positivas, el ritmo y la
confianza para mantenernos en la carrera el tiempo previsto. No hay prisas,
solo paciencia, mucha paciencia…Terminamos el suave recorrido con el pensamiento
plantado, como una obsesión, en la salida. Pero aún quedan varias jornadas.
Ahora vemos pasar los
días con angustiosa lentitud, empezamos a reconocer con sorpresa las infinitas palpitaciones
ligamentosas, al subir o bajar escaleras, en el trabajo, en la cama… buscamos
la oportunidad para realizar estiramientos que nos alivien de esa posible carga…
El nivel de ansiedad en el aire alcanza el nivel más alto y la respiración se
agita al tiempo que se va agriando el carácter. (De cuando en cuando es
recomendable un desahogo positivo, a ser posible fuera del contexto familiar). En la pantalla translúcida de nuestro cerebro se van acumulando visiones teñidas del color
humeante del miedo que descargan sobre todo en el desvelo nocturno…
Y llegamos al sábado
para reencontrarnos con nosotros mismos en el espejo de tantos y tantos "descerebrados" que se acercan a la feria del corredor. Todos son buenas caras,
alegres y sonrientes, optimismo desbordante al amparo de tenderetes y de una música
machacona de fondo… la procesión va por dentro. Apuramos al máximo esas horas
de baño de multitudes que mitiga la soledad del corredor y lo que le espera…
El día de la carrera
nos apresuramos al estadio como hormiguitas despavoridas que buscan refugio en su
hormiguero. Ya estamos a salvo y de aquí nadie se escapa. Y suena el
pistoletazo como un himno cuyo canto dura varias horas, con sus minutos, con
sus kilómetros contados y señalados como señuelo, donde la letra exultante del inicio se
va transformando en suspiros, jadeos, quejas, en el silencio de una multitud
que en su pasión lleva la recompensa.
En la bocana del túnel sur está la luz que mitiga la sombra de cualquier sufrimiento. Y ese estadio deslumbrante es la gloria que nos queda para siempre.
En la bocana del túnel sur está la luz que mitiga la sombra de cualquier sufrimiento. Y ese estadio deslumbrante es la gloria que nos queda para siempre.
¡¡¡MUCHA SUERTE, CAMPEONES!!!

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