Es la segunda vez que subimos al camino pero ya se nota el
ritmo de entrenamiento: 1.40 h. en 19 km. Estamos cerca de las mejores marcas
en este mismo recorrido. A nuestro favor, la buena disposición del terreno que,
tras años de abandono, por fin presenta un piso propicio para la travesía. En
contra, el frío vendaval que ha soplado arriba.
El cambio de hora también favorece, sobre todo a los más reacios a abandonar la amabilidad del lecho familiar en la noche oscura. Así que, iluminados por la luz que ya se imponía sobre las tinieblas, hemos vuelto a reconstruir un nuevo capítulo de la historia de este club. No somos todos los que estamos pero sí estamos todos los que somos. En principio salimos arropados en el discreto parloteo. Pronto, Almudena y Carmen ceden al impulso excesivo del grupo y quedan en la retaguardia; los demás, apretando los dientes para sofocar las continuas embestidas del viento hostil. El maestro se esfuerza en avivar la conversación pero cada uno va a lo suyo, como repasando la consabida lección tantas veces coreada. Son momentos de reajuste, de sensaciones, antes de emprender la subida. Ya en el camino todo es más llevadero. Ahora también tenemos enfrente al sol, pero transitar por el sendero es hoy un auténtico gozo. El ritmo aumenta en la bajada a Camas por Cañorronco, como siempre, y los ramones se despiden en silencio. Segundo, el maestro y el cordobés se esfuerzan en perseguir a los escapados hasta la llegada. Allí nos rencontramos, en el concierto de estertores y sudoraciones bien avenidos.
El cambio de hora también favorece, sobre todo a los más reacios a abandonar la amabilidad del lecho familiar en la noche oscura. Así que, iluminados por la luz que ya se imponía sobre las tinieblas, hemos vuelto a reconstruir un nuevo capítulo de la historia de este club. No somos todos los que estamos pero sí estamos todos los que somos. En principio salimos arropados en el discreto parloteo. Pronto, Almudena y Carmen ceden al impulso excesivo del grupo y quedan en la retaguardia; los demás, apretando los dientes para sofocar las continuas embestidas del viento hostil. El maestro se esfuerza en avivar la conversación pero cada uno va a lo suyo, como repasando la consabida lección tantas veces coreada. Son momentos de reajuste, de sensaciones, antes de emprender la subida. Ya en el camino todo es más llevadero. Ahora también tenemos enfrente al sol, pero transitar por el sendero es hoy un auténtico gozo. El ritmo aumenta en la bajada a Camas por Cañorronco, como siempre, y los ramones se despiden en silencio. Segundo, el maestro y el cordobés se esfuerzan en perseguir a los escapados hasta la llegada. Allí nos rencontramos, en el concierto de estertores y sudoraciones bien avenidos.
NOTA: QUEDAMOS EL JUEVES 1 DE NOVIEMBRE A LAS 9 H. (consideración
a la iniciativa de Almudena)