miércoles, 31 de agosto de 2011

CONVOCATORIA


Queridos amigos. Esto yo no tiene "vuelta"; así que EL DOMINGO A LAS 8 (en Chapina-Puente del Cachorro) comenzamos nuestra particular pretemporada con recorrido suave y llevadero. A todos los que estéis por aquí, animaos, que ahora es el momento.

domingo, 28 de agosto de 2011

La mañana del domingo

Las sociedades se definen por sus costumbres laborales y también por los hábitos sociales. Y en este sentido, vivir la mañana de los domingos ha tenido siempre ese toque inconfundible de tradición popular. Era el día del descanso por antonomasia y se dedicaba al ocio familiar. Todo se conciliaba en domingo, las reuniones familiares, las visitas, las salidas a lugares de ocio y a bares. El entusiasmo y la euforia que vivían los mayores se transmitían también a los más pequeños de la casa. Ese día no había cole y mamá nos aderezaba con las mejores galas (las únicas) para lucir en el día más espléndido de la semana. También papá se arreglaba con su reputado “traje de los domingos”. Tras el rito más esperado de un desayuno con churros en la mesa-camilla familiar, el día se alargaba enormemente en un sinfín de idas y venidas por la pasarela callejera. ¡Cuidado, no os manchéis! -nos advertía una y otra vez mamá.
Estos domingos solían ser luminosos, memorables. Además de lucir con aprovechamiento la ropa de los domingos, también era un día especial que nos brindaba la posibilidad de comprar chuches en el kiosco de la esquina de toda la vida. Mientras papá compraba un periódico que no iba a leer, nos invitaba a caramelitos, bolitas o nos compraba cualquier chisme que estuviera de moda en esos momentos.
Afortunadamente, las cosas han tenido la evolución natural acorde con las circunstancias. El domingo se sigue utilizando como día de ocio pero este está más repartido en la semana. Se viven más intensamente algunas tardes y, sobre todo, los sábados (en los que poca gente trabaja). Así pues, cuando llegamos al domingo, necesitamos, no tanto desconectar del trabajo, sino descansar del trajín de tantos compromisos sociales. Necesitamos una terapia de bienestar personal, levantarnos tarde, proponernos hacer algo en la casa (con el propósito es suficiente), salir a pasear, tomar algo y… poco más. Pero todo ello sin estrés, sin presión, sin obligaciones excesivas, que mañana hay que trabajar. Entonces, para afrontar con garantías esta mañana única, encontramos la receta ideal: despertar con el alba, calzarnos unas zapatillas de deporte y escapar hacia la paz, el sosiego y el disfrute inigualable de una suave carrera, mientras el resto de mundo duerme ajeno al devenir de la vida. Es el pequeño esfuerzo que compensa, que nos devuelve la ilusión por conservar la tradición en esa mañana festiva y familiar.
Tras el paréntesis necesario, volvemos a estar dispuestos a proseguir la imparable carrera de la vida.

martes, 23 de agosto de 2011

En el presente


Cuando la aventura veraniega toca a su fin y cuando nos disponemos a reencontrarnos con lo cotidiano, hacemos un intento por rescatar esos momentos convertidos en imágenes, esas que nos recuerdan, en su contemplación, las vivencias inolvidables que más apreciamos cuanto más nos distanciamos. Es el hilo que nos mantiene vivo en el pasado reciente o remoto, sensaciones indescriptibles, aunque imaginables, que se proyectan en un futuro próximo, también irrepetible. Por ello, volvemos con renovadas energías, dispuestos a ilusionarnos con la costumbre de lo familiar, intentando siempre la adaptación a las prórrogas que nos concede la edad y a los retos que aún nos quedan por acometer. Para empezar una pequeña remodelación del blog y nuevas fotos de nuestro camino.