domingo, 29 de noviembre de 2015

Andorra domingo 29 de noviembre

De nuevo luce el sol espléndido en la montaña que blanquea la mañana en un fugaz destello de luz. La fuerza de la costumbre que nos hace mayores nos empuja a perseguir el tiempo consensado en pocos instantes. Así, la mañana, cada mañana, es el granito de arena que se desliza inevitablemente por ese estrecho cuello del reloj de la vida hasta depositarse y confundirse con tantos y tantas en la parte inferior. Es el flujo regulado y perpetuo de la vida que solo apreciamos cuando la botella no se ve medio llena. Así, terminamos el día para empezar otro, el mes para inaugurar el siguiente, y el año para celebrar ingenuamente que seguimos en el presente.  Sin embargo, en la carrera dominical nos lanzamos a un universo sin espacio y sin tiempo, donde la relatividad juega siempre a nuestro favor; de forma que, cuando regresamos a nuestro punto de encuentro, somos no sé si más jóvenes pero sí más felices. ¡¡Ánimo a todos los que mantienen la fuerza de la costumbre a pesar de las inclemencias de la vida!!



domingo, 22 de noviembre de 2015

Andorra domingo 22 de noviembre Homenaje a Ignacio Blanco

Nunca podré olvidar cuando, una tibia mañana de un mes de septiembre lejano y eterno, el maestro me presentó al grupo.  El alba clareaba aún en la penumbra de la inolvidable esquina de Chapina. Con la formalidad que requiere un encuentro esperado, fui saludando a cada uno de los asiduos de aquel grupo de amigos que tenía por costumbre delirante reunirse para correr. Recuerdo su gesto socarrón, su complexión omnipresente y su natural proceder que encubría un liderazgo reconocido e incuestionable. Fue mi primer camino, mis primeros 19,4 km enganchado a un grupo que, cosa inaudita, conversaba mientras corría. En esa hora y cincuenta minutos pude observar el compañerismo, la familiaridad con que todos actuaban y cómo, entre bromas y comentarios, todos asumían la voz de la autoridad. Siempre al rebufo, (bastante tenía con aguantar y no perder terreno), iba respondiendo como podía a las preguntas que me hacía con la intención de transmitirme la confianza y el calor de su amistad. Al domingo siguiente ya era uno más, el cordobés. Luego vinieron las carreras, donde se comparten los momentos previos, el encuentro, los coches, y la euforia en la meta. Finalmente, en el encuentro posterior del domingo comentábamos las peripecias personales y ahí, entre burlas y sorna, despuntaba él con su experiencia y picardía. En el segundo mes del año 2001 nos sobrecogió su repentina muerte como una muestra más de la sinrazón de la vida.
Desde entonces seguimos venerando su memoria como consuelo de los vivos en ese altar de eucaliptos que clama al cielo. Juntos, abrazados a su recuerdo presente, fundidos en un corazón que lleva  su nombre grabado, guardamos un minuto de silencio, otro más, por siempre. Luego, seguimos el camino que nos enseñó por senderos remotos, colinas, crestas y laderas, llanuras y puentes… ¡Ah, la pastora apasionada!... con el esfuerzo y sacrificio que nos legó.
Hoy sigo con vosotros, amigos del alma, en el camino que lleva al cielo, a la montaña nevada, que derrama lágrimas blancas por aquellos que perdimos una vez pero que encontramos siempre en cada uno de nosotros, porque somos la forja de lo que ellos nos transmitieron.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Andorra domingo 15 de noviembre

La  mañana señorea las montañas mientras el sol se despereza y viste de luz el horizonte; hoy se siente el frío como nunca, un frío que hiela las entrañas y ahoga el grito que condena la sinrazón de la condición tristemente humana y nos deja solos, desamparados, en esta tierra que es valle que acunan las cumbres. Un frío que hiela el aliento, que traza en el rostro surcos que disimulan lágrimas como torrentes funestos que van a dar a la mar…
La mañana sigue siendo luminosa pero el sol permanece atónito allá entre las montañas. Mis pasos se apresuran buscando el destello de un mísero rayo pero no encuentran más que sombra en la penumbra y rumores de cascadas furibundas que arrastran la vida con toda su carga de afectos e ilusiones, de alegrías y desengaños, de recuerdos rebeldes que palpitan generosamente entre la espuma cristalina… En mi camino los veo ir y volver inexorables como el pulso que no cesa mientras el corazón aguante.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Andorra domingo 8 de noviembre

Ya se ven las primeras nieves en la montaña, cerca, muy cerca…, aunque el frío se hace esperar en la pugna natural con el sol por su hegemonía. Es una época donde los corredores están a pleno rendimiento y el trabajo roba tiempo a otros menesteres humanos menos rentables pero más deseables. Es la batalla de la vida, con sus tonos grises y claros propios de la estación, pero siempre con la luz que irradia el cariño de los que nos acompañan en esta travesía.  Y este domingo distintos intereses han motivado la dispersión del grupo aunque los incondicionales han aparecido por el punto de encuentro, en nuestra Torre Triana. 
Yo también continúo mi curso imparable como las aguas del río Valira, haciendo camino (que no patria) tan lejos donde las piernas puedan llevarme, con el corazón en un puño y la mirada cristalina refractada en tantas vivencias irrepetibles y concentrada en los sueños que voy edificando en este valle del futuro.  La vuelta es siempre más rápida porque la meta está ahí, a pocos metros, donde brilla la luz de este sol que engalana cada domingo de azul.

PD. En este mes celebramos el homenaje a Ignacio Blanco desde hace 14 años

domingo, 1 de noviembre de 2015

Andorra domingo 1 de noviembre de Todos los Santos

Hoy he subido a la montaña. El camino serpentea por la ladera mientras se divisa el valle luminoso y disminuido hasta irrumpir en un bosque frondoso que flanquea el cauce del río Valira. Ahora la ruta transcurre siguiendo el curso de esta arteria fluvial que me empuja hacia a lo inexplorado. El valle se estrecha por momentos y se cierra en torno a mí con rumores de torrentes y aguas bravas que tiñen de verde el sueño de la vida. Entre galerías de saúces y alisos voy marcando el camino de los álamos blancos en mi río de plata mientras bogan otros santos soñadores en la mañana de domingo.
La vida es como un juego de cartas donde, curiosamente, lo importante no es descartarse sino todo lo contrario. En la disputa con el Tiempo, el jugador que se quede sin cartas pierde la partida. Y mis cartas son el recuerdo soñado de lo vivido que me proyecta eternamente hacia los senderos y veredas, hacia las callejuelas adoquinadas de azahar y romero como náufrago impenitente en mi Guadalquivir.  Y allá, en el cielo azul de una tierra pálida y lejana, ondea mi cometa dorada con la luz viva de un mar eterno.