Ya se ven las primeras nieves en la montaña, cerca, muy cerca…, aunque el
frío se hace esperar en la pugna natural con el sol por su hegemonía. Es una
época donde los corredores están a pleno rendimiento y el trabajo roba tiempo a
otros menesteres humanos menos rentables pero más deseables. Es la batalla de
la vida, con sus tonos grises y claros propios de la estación, pero siempre con
la luz que irradia el cariño de los que nos acompañan en esta travesía. Y este domingo distintos intereses han
motivado la dispersión del grupo aunque los incondicionales han aparecido por
el punto de encuentro, en nuestra Torre Triana.
Yo también continúo mi curso imparable como las aguas del río Valira, haciendo camino (que no patria) tan lejos donde las piernas puedan llevarme, con el corazón en un puño y la mirada cristalina refractada en tantas vivencias irrepetibles y concentrada en los sueños que voy edificando en este valle del futuro. La vuelta es siempre más rápida porque la meta está ahí, a pocos metros, donde brilla la luz de este sol que engalana cada domingo de azul.
Yo también continúo mi curso imparable como las aguas del río Valira, haciendo camino (que no patria) tan lejos donde las piernas puedan llevarme, con el corazón en un puño y la mirada cristalina refractada en tantas vivencias irrepetibles y concentrada en los sueños que voy edificando en este valle del futuro. La vuelta es siempre más rápida porque la meta está ahí, a pocos metros, donde brilla la luz de este sol que engalana cada domingo de azul.
PD. En este mes celebramos el homenaje a Ignacio Blanco desde hace 14 años
1 comentario:
Ya sabes que no corres sólo, poraue nosotros sentimos tu presencia que nos acompaña todos los domingos.
Te echamos de menos. Un abrazo.
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