domingo, 6 de marzo de 2016

Andorra domingo 6 de marzo

     Seguimos corriendo deprisa, siempre contra el reloj. Escrutamos el crono incesante que martillea la conciencia y queremos ir más rápido, para llegar antes, no importa dónde; solo queremos llegar para aliviar nuestra ansiedad, para aligerar nuestra conciencia..., para esperar.  Nos pasamos la vida esperando no se sabe qué que nos libere de ese regusto agridulce de la carrera o esa sensación de bienestar efímero que nos hace sentir más y comprender más.  
    Los días caen del almanaque como aquellos insignificantes copos que desaparecen, incluso, antes de llegar a tierra. Por eso, cada día nos repetimos en un afán de hacernos visibles, de reivindicar lo que fuimos en el espejo sin memoria.  Y volvemos una y otra vez al laberinto de los recuerdos guiados por el hilo delicado de Ariadna para protegernos del frío que se cuela de costado en un ambiente moteado de diminutas bolitas blancas, como palabras que bullen en el abismo del deseo. Ahora el frío llega de frente, cuaja las gotas de sudor enredadas con lágrimas de ayer… pero ya las fuerzas flaquean y el calor se extingue. En la llegada, busco ese bienestar efímero y espero, con algunas tímidas y repetidas palabras, reivindicar lo que fuimos y lo que queremos seguir siendo mientras el cuerpo aguante.  

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