domingo, 27 de septiembre de 2015

Andorra domingo 27 de septiembre

Noto que clarea. El valle bosteza y se despierta mudo ante el hecho insólito natural de cada día, cuando el sol intenta abrirse paso entre montañas y va cubriendo todo con su luz. Abajo, la calle es punto de encuentro de una relación fructífera de elementos contrarios que se complementan. El ambiente gélido, noble y fiel del alba,  se contagia de la luz cálida e invita a pasear bajo ese gran techo azul de las mañanas de domingo. El olor fresco lo impregna todo…
El mismo recorrido ofrece siempre renovadas sensaciones que se entrelazan con las viejas glorias del más allá terrenal.  Es el triunfo de la naturaleza que en su rueda caprichosa nos ofrece ahora un otoño deshojado de recuerdos entrañables esparcidos en el camino y que cada domingo vamos hurtando a la memoria. De nuevo, de vuelta a casa, me reintegro a este lugar apartado, luminoso, amparado por la fuerza de la montaña y el cielo luminoso esperando otra amanecida bajo el árbol limpio de recuerdos.

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