A veces las cosas no salen como deseamos, bien porque dejamos
al arbitrio del destino los resultados o bien porque, poniendo el empeño
suficiente, surgen imprevistos que maquillan los efectos de nuestras
actuaciones. En el primer caso, el lamento o insatisfacción está poco
justificada; mientras que en el segundo, el grado de desconsuelo es
directamente proporcional al conocimiento de nuestras limitaciones. En cualquier
caso, lo que resulta incuestionable es nuestra dependencia de los demás en una malla
que se va tejiendo desde la cuna; todos nuestros actos se explican en comunión
con los que nos rodean. En este sentido, el grupo de corredores es la colmena
que se alimenta de la miel que cada individuo va fabricando con su
participación rutinaria cada domingo y en cada encuentro familiar. Ahora
preparamos de nuevo la travesía del Rocío, como cada año, con los años que ya pesan
en las piernas, pero con la ilusión de seguir aportando esa dosis modesta y, al
mismo tiempo, tan necesaria para seguir conformando el camino que aún nos queda
por recorrer.


No hay comentarios:
Publicar un comentario