Uno de los fundamentos básicos de las copiosas comidas de
navidad es que se originan al calor del compañerismo, la amistad o del amor en
cualquiera de sus facetas. Y es que el ser humano necesita participar, sentirse
dentro de la tribu, estimular sus feromonas para mejorar las relaciones
sociales y laborales, pero sobre todo para potenciar al máximo el poder de
atracción. Lo que ocurra después de los postres y del brindis de consagración bacanal
se escapa a cualquier pronóstico atrevido porque corresponde a la providencia,
al azar, al fatum o a la alineación
de las estrellas. Los efectos, eso sí,
no suelen ser muy traumáticos porque cada año repetimos fervorosamente este
"plato" tan navideño.
Tras esto llega la catarsis definitiva en la carrera matutina
de los domingos. El entrenamiento periódico
ayuda a superar la timidez, a aumentar la autoestima y a recuperar la capacidad
de seducir que se ha desgastado con el paso de los años. Y no me refiero al
wassap precisamente. Por eso, los corredores de este club tenemos que
reivindicarnos cada domingo. Hoy, otra gran gesta por los alcores aljarafeños
combatiendo el frío y resistiendo las embestidas de algún afectado por los
reflejos del sol.
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