Ya sabemos, por el entrenamiento diario particular, que la
cosa va en serio. El grupo se prepara concienzudamente para la carrera por
antonomasia, el maratón. El frío se ha instalado definitivamente en estas
mañanas festivas y ya no nos abandonará hasta la acreditada carrera. Pero el de
hoy era un frío seco que desaparece conforme vamos consumiendo calorías y el
sol nos acoge en su seno. Al cabo de un tiempo, pues, alguno se despoja de la
impedimenta innecesaria. De manera casi natural el ritmo aumenta considerablemente
cada km en esta huida diabólica del más acá. A duras penas conseguimos hilar
una conversación en esta babel inmutable; la mirada fija en el horizonte insondable,
el pensamiento bregando a mar abierto y las piernas procediendo con alevosía, ajenas
a las estridencias de murmullos y sofocos. La vuelta en un descenso discordante
pero templado con los mejores deseos para este nuevo año que nos espera y unidos
en el grito jubiloso de nuestro kasa: ¡¡Salud y libertad!!
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