El atractivo de la Ruta del Jamón se encuentra fundamentalmente en el título, una denominación de origen que a tantos fieles congrega en esta singular Sierra Norte onubense y sevillana, sobre todo en la estación otoñal. Pero es de todos sabido que corredores experimentados e infatigables no necesitan pretextos para emprender nuevos retos.
Si en una reflexión previa esta ruta, desconocida para todos, podía resultar un tanto atrevida o aventurada por lo prematuro de la temporada, la experiencia evidencia una vez más la debilidad de la fuerza aislada de la razón.
Con el tiempo justo para presentarnos en la salida y con el buen sabor de boca que nos deja el maná oloroso de las inmediaciones, emprendimos suavemente el descenso por el pueblo de Jabugo. Todo era calma expectante ante la incertidumbre. Después de una larga bajada, el pueblo de Galaroza nos recibe con pendientes serias que aún nos hacen reservar fuerzas ante el temor de eventualidades parecidas. De nuevo, tanto para entrar como para salir de Fuenteheridos, ascendemos. A esa hora ya la gente se nos aparece en las plazas y en las tribunas de bares y cafeterías, gritando, aplaudiendo, animando. A partir de ahí, siempre por asfalto y carretera general, recorrido suave e intrascendente hasta Aracena donde nos sorprende gratamente la meta en una bajada gloriosa hasta la plaza mayor que no deja a nadie inadvertido. Total, lo que se anunciaba como 23 km resultó ser una media maratón bastante generosa que permitió a los participantes disfrutar de una agradable jornada por las nobles calles de Aracena.
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