domingo, 1 de mayo de 2011

Domingo 1 de mayo

Cuando el único aliciente de correr es prepararse para competir, aspirar a mejorar el tiempo en determinadas carreras, ponerse objetivos que colmen el ego personal, etc., con un buen esparrin o una pareja de hecho eventual es suficiente. Y puede ocurrir que en un momento concreto de nuestro progreso esencial lleguemos a un punto muerto, toquemos fondo (o techo), con lo que todos nuestros afanes se irán frustrando a medida que asimilamos la cruda realidad. También puede ocurrir que las circunstancias no sean propicias para la competencia por razones varias; entonces nos asalta una apatía crónica que nos conduce inevitablemente a la renuncia. En ambos casos, la pérdida de motivación provoca el acomodo y el desapego del ambiente necesario.
Sin embargo, cuando el primer aliciente de correr es encontrarse con amigos, compartir el mejor tiempo de la mañana dominguera, reconocerse en un grupo a cada paso, hacer proyectos inverosímiles, deshacer entuertos o, simplemente, utilizar la evasión como excusa, todo lo demás vendrá, o no, por añadidura porque ahí es donde encontramos la motivación para seguir corriendo, para seguir esperando un domingo más.
El de hoy ha transcurrido por un novedoso itinerario urbano, familiar para más de uno, desde San Jerónimo, Pino Montano, Parque de Miraflores, Jardines de Murillo, San Fernando y regreso por el paseo del río. Total, unos 21 km. que han colmado nuestras elementales aspiraciones.
El miércoles nos reuniremos en asamblea festiva en la caseta de Pepe Vilches con dos únicos puntos en el orden del día: despedida a Edu, que nos representará en el maratón de Praga; establecer la conexión indispensable con la caseta de Poti.

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