domingo, 8 de mayo de 2016

Andorra, domingo 8 de mayo

Decididamente la lluvia va inundando las calles a golpes secos y agudos; inunda los campos de finos espejos donde el mar se mira. Por esas calles desiertas transito, chapoteando en el mar del recuerdo mientras gotas como espinas enmudecen la rosa de primavera.  Sí, hoy he salido a rociarme en la redención de un pasado que se hace presente entre las cortinas del temporal. Llueve tras los cristales húmedos de una mirada refractada en el ocaso y que desaparece en el mismo punto de partida como una chispa de luz. El cielo cerrado, como se esperaba, abre sus puertas y se hermana con mi río, caudal inagotable de torrentes y rumores que me acompaña desde ayer, como una sombra oscura… cielo, río y cristal…, porque, como dijo el poeta, “la lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado”.

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