Parece que por abajo
está la cosa que arde. Y es solo el principio porque lo peor está por llegar. Ya
calienta motores este verano que zarandea el calendario para acabar con una
temporada sobrevenida por el estupor de un tiempo traicionero. La
culminación en Sanlúcar, estuario de memoria auténtica para este club de
corredores, tras una travesía acotada por el sabor a mar, a tierra salada, a
brisa marismeña…, y ennoblecida por los decididos pasos que señalan la estela incesante,
por el abrazo sincero de cuerpos fatigados en medio de la nada que lo es todo.
Hoy sueño con ese mar
entre montañas reverdecidas de esperanza, con el temor de que el tiempo borre
aquello que nos dio la vida y programe una fiesta de despedida para justificar la sinrazón de la
incertidumbre sobrevenida.
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