El mes de diciembre orienta
decididamente nuestros pasos a la meta de fin del año. De nuevo, con una
nocturnidad deliberada, en las calles y avenidas hay para todos los gustos y
sentidos, fastuoso señuelo para viandantes y mercaderes del consumo. La mañana
es la cenicienta del día, la realidad más natural que nos muestra la vida a cara
descubierta, desnuda y fría como la nieve blanca.
Cuando aún resuenan,
entre fingidos destellos, los ecos de los moradores de la noche, voy trotando
solo junto a la sombra silenciosa que siempre me acompaña y continuo la senda de
aquella linda muchacha que huye del reloj de medianoche.
En mi camino resisto el
frío invernal evocando cálidos recuerdos como carámbanos agudos y transparentes
que brillan al sol de esta mañana memorable, otra más de domingo.
El mismo tiempo que nos aleja es el que nos acerca...
El mismo tiempo que nos aleja es el que nos acerca...
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