
domingo, 29 de noviembre de 2015
Andorra domingo 29 de noviembre

domingo, 22 de noviembre de 2015
Andorra domingo 22 de noviembre Homenaje a Ignacio Blanco
Nunca podré olvidar
cuando, una tibia mañana de un mes de septiembre lejano y eterno, el maestro me
presentó al grupo. El alba clareaba aún en
la penumbra de la inolvidable esquina de Chapina. Con la formalidad que requiere
un encuentro esperado, fui saludando a cada uno de los asiduos de aquel grupo
de amigos que tenía por costumbre delirante reunirse para correr. Recuerdo su gesto
socarrón, su complexión omnipresente y su natural proceder que encubría un
liderazgo reconocido e incuestionable. Fue mi primer camino, mis primeros 19,4
km enganchado a un grupo que, cosa inaudita, conversaba mientras corría. En esa
hora y cincuenta minutos pude observar el compañerismo, la familiaridad con que
todos actuaban y cómo, entre bromas y comentarios, todos asumían la voz de la
autoridad. Siempre al rebufo, (bastante tenía con aguantar y no perder terreno),
iba respondiendo como podía a las preguntas que me hacía con la intención de transmitirme
la confianza y el calor de su amistad. Al domingo siguiente ya era uno más, el cordobés. Luego
vinieron las carreras, donde se comparten los momentos previos, el encuentro,
los coches, y la euforia en la meta. Finalmente, en el encuentro posterior del
domingo comentábamos las peripecias personales y ahí, entre burlas y sorna, despuntaba
él con su experiencia y picardía. En el segundo mes del año 2001 nos sobrecogió
su repentina muerte como una muestra más de la sinrazón de la vida.
Desde entonces
seguimos venerando su memoria como consuelo de los vivos en ese altar de
eucaliptos que clama al cielo. Juntos, abrazados a su recuerdo presente, fundidos
en un corazón que lleva su nombre
grabado, guardamos un minuto de silencio, otro más, por siempre. Luego, seguimos
el camino que nos enseñó por senderos remotos, colinas, crestas y laderas, llanuras
y puentes… ¡Ah, la pastora apasionada!... con el esfuerzo y sacrificio que nos legó.
Hoy sigo con vosotros,
amigos del alma, en el camino que lleva al cielo, a la montaña nevada, que
derrama lágrimas blancas por aquellos que perdimos una vez pero que encontramos
siempre en cada uno de nosotros, porque somos la forja de lo que ellos nos
transmitieron.
Etiquetas:
Homenaje Ignacio Blanco
domingo, 15 de noviembre de 2015
Andorra domingo 15 de noviembre
La mañana señorea las montañas mientras el sol se
despereza y viste de luz el horizonte; hoy se siente el frío como nunca, un
frío que hiela las entrañas y ahoga el grito que condena la sinrazón de la
condición tristemente humana y nos deja solos, desamparados, en esta tierra que
es valle que acunan las cumbres. Un frío que hiela el aliento, que traza en el
rostro surcos que disimulan lágrimas como torrentes funestos que van a dar a la
mar…
La mañana sigue siendo luminosa pero el sol permanece atónito allá entre las montañas. Mis pasos se apresuran buscando el destello de un mísero rayo pero no encuentran más que sombra en la penumbra y rumores de cascadas furibundas que arrastran la vida con toda su carga de afectos e ilusiones, de alegrías y desengaños, de recuerdos rebeldes que palpitan generosamente entre la espuma cristalina… En mi camino los veo ir y volver inexorables como el pulso que no cesa mientras el corazón aguante.
La mañana sigue siendo luminosa pero el sol permanece atónito allá entre las montañas. Mis pasos se apresuran buscando el destello de un mísero rayo pero no encuentran más que sombra en la penumbra y rumores de cascadas furibundas que arrastran la vida con toda su carga de afectos e ilusiones, de alegrías y desengaños, de recuerdos rebeldes que palpitan generosamente entre la espuma cristalina… En mi camino los veo ir y volver inexorables como el pulso que no cesa mientras el corazón aguante.
domingo, 8 de noviembre de 2015
Andorra domingo 8 de noviembre
Ya se ven las primeras nieves en la montaña, cerca, muy cerca…, aunque el
frío se hace esperar en la pugna natural con el sol por su hegemonía. Es una
época donde los corredores están a pleno rendimiento y el trabajo roba tiempo a
otros menesteres humanos menos rentables pero más deseables. Es la batalla de
la vida, con sus tonos grises y claros propios de la estación, pero siempre con
la luz que irradia el cariño de los que nos acompañan en esta travesía. Y este domingo distintos intereses han
motivado la dispersión del grupo aunque los incondicionales han aparecido por
el punto de encuentro, en nuestra Torre Triana.
Yo también continúo mi curso imparable como las aguas del río Valira, haciendo camino (que no patria) tan lejos donde las piernas puedan llevarme, con el corazón en un puño y la mirada cristalina refractada en tantas vivencias irrepetibles y concentrada en los sueños que voy edificando en este valle del futuro. La vuelta es siempre más rápida porque la meta está ahí, a pocos metros, donde brilla la luz de este sol que engalana cada domingo de azul.
Yo también continúo mi curso imparable como las aguas del río Valira, haciendo camino (que no patria) tan lejos donde las piernas puedan llevarme, con el corazón en un puño y la mirada cristalina refractada en tantas vivencias irrepetibles y concentrada en los sueños que voy edificando en este valle del futuro. La vuelta es siempre más rápida porque la meta está ahí, a pocos metros, donde brilla la luz de este sol que engalana cada domingo de azul.
PD. En este mes celebramos el homenaje a Ignacio Blanco desde hace 14 años
domingo, 1 de noviembre de 2015
Andorra domingo 1 de noviembre de Todos los Santos
Hoy he subido a la montaña. El camino serpentea por la ladera
mientras se divisa el valle luminoso y disminuido hasta irrumpir en un bosque
frondoso que flanquea el cauce del río Valira. Ahora la ruta transcurre
siguiendo el curso de esta arteria fluvial que me empuja hacia a lo
inexplorado. El valle se estrecha por momentos y se cierra en torno a mí con
rumores de torrentes y aguas bravas que tiñen de verde el sueño de la vida.
Entre galerías de saúces y alisos voy marcando el camino de los álamos blancos
en mi río de plata mientras bogan otros santos soñadores en la mañana de
domingo.
La vida es como un juego de cartas donde, curiosamente, lo
importante no es descartarse sino todo lo contrario. En la disputa con el
Tiempo, el jugador que se quede sin cartas pierde la partida. Y mis cartas son
el recuerdo soñado de lo vivido que me proyecta eternamente hacia los senderos
y veredas, hacia las callejuelas adoquinadas de azahar y romero como náufrago
impenitente en mi Guadalquivir. Y allá,
en el cielo azul de una tierra pálida y lejana, ondea mi cometa dorada con la
luz viva de un mar eterno.
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