domingo, 4 de enero de 2015

Domingo 4 de enero de 2015

Continuamos viajando vertiginosamente en la cadena del Tiempo donde la sucesión ordenada de recuerdos, vivencias o experiencias adquieren una dimensión personal e intransferible pero ya se amontonan en el caos de nuestra memoria. Reconocemos fácilmente las fechas por estaciones o días señalados aunque, en muchos casos, supone un esfuerzo ímprobo identificar los años. 
En las hojas arrancadas del calendario quedan las huellas de un pasado caduco y zanjado. Así, comenzamos el año nuevo cambiando el despoblado almanaque del anterior por el flamante y repleto de esperanzas de 2015. En él señalamos las fechas más significativas, santos, cumpleaños, compromisos, puentes, aniversarios… Ya solo queda esperar unos días para ir deshojando la margarita del tiempo, en un sentimiento de resignación agridulce que engendra la fragilidad humana ante el paso inexorable de la vida. Por eso, cada domingo venimos a restituirnos en la costumbre que nos hace perdurables en la memoria compartida. Y hoy, como cada año, hemos encontrado la señal del glorioso pasado y la semilla de un futuro halagüeño concentradas en el tradicional Roscón de Reyes. 

 

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