Nos pasamos media vida proyectando ilusiones que vamos archivando en un plan de ahorro de felicidad imaginaria. Durante la otra media (vida), esperamos con ansiedad y determinación la llegada de ese día que, indudablemente, será inolvidable; esa persona maravillosa, ese fin de semana fantástico; esa fiesta, ese compromiso social ineludible; el final de un préstamo agobiante, o de una mala racha… Deseamos fervientemente que retornen las vacaciones tan necesarias, que mejore la economía, el trabajo, la salud… ¡Y es que nos conformamos con tan poco!
Y siempre colgados al teléfono de la vida, a la espera del premio prometido por solo marcar el número de la Felicidad. Y mientras permanecemos a la espera, la rueda de la Fortuna no deja de girar, socavando las horas en nuestra piel, en nuestra esperanza. Al menor descuido nos hace la cama en el impulso de calidad pretendida y nos damos el costalazo. Pero no pasa nada. Nos levantamos y vuelta a empezar.
Pues esperando cada domingo para emprender esa huida hacia adelante de los temerarios, vamos consumiendo los sueños compartidos en tantos caminos de ida y vuelta. Hoy hemos apurado uno más, en 24 km de luminosa concordia, con el recuerdo siempre presente de algunos compañeros lesionados o impedidos, como nuestro Masca o nuestro Kasa.
Y esperando, esperando, ya tenemos a nuestro alcance la carrera del gimnasio, el Cros Atlas oficialmente, emblema de este Club de corredores. Pero para esto aún tenemos que esperar 7 días.
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