Con una significativa participación, aunque menor que la de otros años, hemos honrado la memoria de nuestro amigo Ignacio Blanco con el recorrido habitual que, partiendo del eucaliptal a las afueras de Camas, nos ha llevado por la ruta clásica de constantes repechos hasta el camino de Valencina. La vuelta por el mismo camino, para terminar con el ascenso a las tres cumbres míticas que tantas veces perseveró el malogrado Ignacio junto a los leales camaradas que, disciplinadamente, acometían cualquier resistencia eventual.
La agradable mañana se prestaba al paseo campestre con los primeros rayos de sol. Con este pretexto contagioso e ineludible, más de uno prefirió mejor la amena tertulia a paso senil que la precipitación forzada de la carrera. Así, pronto se llenó el camino de excursionistas-peregrinos en avanzadilla que saludaban el encuentro de compañeros y demás visitantes asiduos. Mientras, el grupo de corredores se fraccionaba a impulsos y sensaciones hasta casi desintegrarse. Al final, todos asociados al calor de las añoradas naranjas de Enrique (también las de “Nacho”) que nos restituía el sabor de momentos no muy lejanos. Después, el desayuno como colofón a un encuentro necesario y fructífero que permite cada año rescatar no sólo recuerdos sino a personas que, por distintas circunstancias, no vemos con tanta frecuencia.
Mi enhorabuena a todos los participantes, con una mención especial a Nacho, Paco Barroso y, a los grandes amigos de Ignacio: Poli, el Maestro, Higinio, el Kassa, Javier Canon, José A. el buitre, Poti, los hermanos Willow, Enrique, Javier Magüesín, Carmen (hoy convaleciente), Antonio Angulo... y otros que seguro olvido. Finalmente, a los compañeros que dan siempre todo, el masca, Ramón F., Rafalito, Rafael Carlos, Almudena, Mª Ángeles, Pepe Viches, el furia, Paco Travado, Iñaqui, Araujo... y nuestro redimido Segundo, que vuelve al grupo. Y, como no, a Pepe “Foto” que siempre nos inmortaliza con su buena puntería.
Hago constar que Juanlu ha intentado desde ayer ponerse en contacto con alguno de nosotros y no lo ha conseguido. ¡Te perdonamos, Juanlu!
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