domingo, 10 de abril de 2016

Andorra-Travesía del Rocío


Otro año más, la brisa marismeña nos devuelve el olor a resina, tomillo, jara y romero. Otra vez, esas inmensidades verdes, eucaliptos, pinos y acebuches, bien  plantados en las arenas eternas, ondean sus ramas aladas a compás de la agitada melodía de las aves que saludan el dulce transitar de unos corredores entregados al ensueño de la costumbre que reconforta. Una vez más, este paraje único es el paraíso efímero para unos corredores crecidos en la máquina de compartir kilómetros… Y esa brisa marismeña también regresa con los ecos de los pasos y de la respiración agitada, del abrazo en el Ajolí, del reencuentro con los amigos… que dejan el corazón perfumado de ausencia y fatigado de esperanza. Pero otro año más, ya huele a feria.

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