Últimamente las
previsiones meteorológicas anuncian lluvias torrenciales en la mitad sur y es
fácil comprobar que así está sucediendo. Rara vez se equivocan estos oráculos
iluminados con toda la tecnología a su alcance, aunque en ciertas zonas de la
montaña pirenaica no logran alumbrar sus cábalas. Lo dicho.
Pero los efectos del
calentamiento global, el cambio climático, tienen distinta acogida en el
planeta. Aquí podemos poner remedio inmediatamente, sobre la marcha, porque
estamos conectados al mundo mundial de forma crónica. Así que, si sabemos que va a
llover fuerte, podemos programar nuestra defensa previamente; y, si se trata de
correr, nos quedamos en casa, no vayamos a coger un constipado, que solo los
descerebrados salen a correr con la que está cayendo o que la epidemia de gripe
está al caer (otro de los efectos del calentamiento de la atmósfera). Sin embargo,
todavía queda algún héroe solitario que se atreve a desafiar los designios de
los dioses convirtiéndose en el ejemplo para auditorio que, refugiado en su
poltrona, aplaude sus hazañas. Una vez más, mi humilde reconocimiento a este
gran corredor nuestro por siempre, Segundo Coca.
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