El mes de noviembre es el mes de los
santos y de los difuntos, de los anuncios de navidad, de transición desde la
melancolía otoñal al crudo invierno, pero también es el mes de los proyectos, a
corto y medio plazo, de verificar el día a día en la progresión física, de
reencontrarnos con las sensaciones de antaño, de recordar las gestas pasadas y
colmarnos de la suficiente energía para afrontar otras nuevas, siendo realmente
conscientes de nuestras posibilidades reales. Por ello, en un grupo variopinto
y heterogéneo los intereses son tan plurales como los individuos que lo
conforman. Los mayores somos más conservadores porque, ¡es tanto lo que hemos
conseguido!, estamos instalados en el presente continuo del domingo a domingo,
de la renovación de las constantes vitales, de la humilde satisfacción de
pertenecer a este grupo. Los mayores también somos conformistas, no en el
sentido de resignación o sumisión, porque valoramos lo que tenemos y no
perseguimos empresas utópicas. Eso sí, nos preparamos cada día para
seguir dando guerra y “testimonio” como diría nuestro kasa.


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