En el mes de los difuntos seguimos viviendo el sueño de los
vivos, abonados a alguna que otra pesadilla relacionada con el momento crítico
que nos ha tocado vivir (¿serán todos críticos?); y seguimos haciendo lo que
sabemos porque el caso es correr, ir y venir por la ruta del calendario que ordena
el devenir irreversible del tiempo. De domingo a domingo y sigo porque me lleva
la corriente; un domingo más, luminoso y brillante, vital, de este tablero aleatorio
reconvertido en eterno apeadero donde especulamos sobre lo divino y lo humano, sin
pretensiones ambiciosas, solo esperar que regrese nuestro turno el próximo
domingo, esta vez en Dos Hermanas (o en la Travesía del Rocío para nuestro
kasa). Pero esto aún pertenece al futuro.
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