Un año más la memoria de Ignacio Blanco ha conseguido concentrar
a un grupo disperso y heterogéneo en una rueda hermanada a un mismo latido del
segundero, en un denodado esfuerzo por rescatar
del olvido, aunque fuera, la sonrisa, algunas palabras de ánimo, de consuelo o
de esperanza con que siempre se mostraba el añorado amigo Ignacio. Han pasado
muchos años (van para catorce) en los que venimos a cubrirnos de su gloria
infinita, a olvidar por un momento lo que somos, a buscarlo en la senda
renovada…
Después, de nuevo en la Tierra, nos acogemos al sol que más
calienta porque ya no hay nubes en el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario