Las fiestas navideñas
son como las golosinas, que empalagan cuando se abusa de ellas. Al igual que el
niño va devorando con sugestiva agonía esas prendas sin reparar en los límites
de la saciedad, el personal se somete al vértigo irracional del consumo
disparatado en un escenario de melodrama enternecedor concienzudamente
diseñado. Así, el bienestar material se conjuga con la felicidad interior que
produce compartir, regalar o recibir regalos, ser solidarios,… Las fiestas, las
incitaciones a los placeres mundanos, los mensajes de felicidad, invaden el
espacio de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, las decepciones, las inseguridades
sociales y personales aumentan porque siempre aprendemos, como el niño después
de hartarse de golosinas, que lo que fue motivo de satisfacción real se
convierte angustia o desengaño cuando se apaga la iluminación fascinante. Estos
movimientos de vaivén, de altibajos, en nuestra sociedad es lo que se ha venido
en llamar la felicidad paradójica.
Lejos de desaparecer definitivamente,
se ha convertido en una necesidad que potencia el desarrollo económico y las
relaciones sociales, impulsa el sentir solidario y estimula la afectividad.
Nada comparable, desde luego, a la satisfacción que produce correr con los
amigos. Después de varios meses hemos vuelto a compartir esta experiencia con
nuestro kasa, con especial
agradecimiento a los amigos solidarios, Segundo, el masca, el maestro, Juanlu y
Eduardo. Seguiremos mientras el cuerpo aguante.
A todos los amigos del
Club y seguidores de este blog MODERADAS E INTENSAS FELICIDADES
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