A todos los esforzados que, una vez más, son dignos mentores de
sus propias gestas
Por primera vez la edición de la media maratón de Tierra y Olivo presenta novedades en el
recorrido. La salida en masa desde el Polideportivo de Dos Hermanas en un
peligroso cuello de botella en las mismas puertas del centro deportivo, con una
participación multitudinaria. Los primeros km transcurren en tropel por las
calles de Dos hermanas en continuos vaivenes, sorteando corredores, esquivando
algunos coches aparcados, muy pendientes también del piso. A partir del km 5 la
procesión se ha disipado pero ahora notamos la fría ventolera que sopla bien de
costado o bien de frente. Transitamos por la gran avenida a pecho descubierto y
nos dirigimos a Montequinto. A lo lejos se observa la avanzadilla que marca la
ruta en ascenso. Más de 2 km de repecho que hacen mella en los corredores menos
habituados; después, bajada hasta los límites del barrio para subir de nuevo, ya
de regreso, al centro urbano por la misma avenida. El viento sopla ahora a
nuestro favor pero las fuerzas no lo están tanto. La subida al puente anuncia
el angosto peregrinar de 4 km por las calles y avenidas hasta entrar,
pletóricos, al encierro que ya está preparado en el Polideportivo. Allí nos encontramos con el resto de la fauna,
como si fuera la primera vez, colmados, satisfechos, asombrados como siempre, rodeados
de verde pasto. Nos vamos encontrando, buscamos la redención en un refresco o
en una cerveza… Tras la calma, todo sigue igual en este club inmortal.
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