Quien piense que a estas alturas de la temporada está todo el pescado vendido se equivoca de todas todas. La prueba del maratón no constituye, como parecía, el final de una sufrida travesía en la que hemos ido diseminando nuestro esfuerzo en dosis importantes para obtener la necesaria recompensa a tanta dedicación. Sin embargo, de esta pira maratoniana surge un nuevo Fénix que, lejos de extinguirse, recoge la eterna esperanza del ser humano por la inmortalidad y brilla con luz propia ante el apagado destino de los demás mortales. Así, algunos corredores-alados de este club, de juventud perenne, renacen en la dorada aurora y se elevan hacia el infinito luminoso en un alarde admirable de constancia y perseverancia.
Los demás, seres mortales e imperfectos, nos afanamos en mantener la llama de la pira siempre encendida con la creencia de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
2 comentarios:
¿Podrías especificar en qué grupo me incluyes? En los que renacen como el Fénix, en los de la pira de no se qué o quizás en los de la dorada juventud.Es que tengo esa pequeña duda.
El Kassa.
Hombre disciplinado, la fe mueve montañas y ese idealismo "utópico" te coloca entre los afortunados de "juventud perenne", que no "dorada".
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