En una temporada tan inusitadamente lluviosa como esta es difícil encontrar un día tan soleado como el que vivimos ayer en esta II travesía Olvera-Puerto Serrano. Esta vez los hados han sido propicios y nos han brindado un día especial para el disfrute. Con la experiencia del año anterior esta segunda ruta ha sido un éxito total en cuanto a participación y a organización: 12 corredores, 8 ciclistas, 7 andadores, junto a familiares y amigos, que prácticamente llenaron el autobús.
Esta vez, por motivos ajenos a la organización, empezamos en la estación de Navalagrulla, a 5 Km del inicio del año anterior. Después de dejar a los andadores en la estación de Coripe, el autobús nos llevó, en un sinuoso y diabólico ascenso, por una estrecha carretera hasta el punto de salida. Total, más de dos horas de obligada reclusión. Todos estábamos ansiosos por comenzar. Tras los últimos preparativos, la foto de rigor. Pronto observamos que un grupo (Higinio, Poti, Pepe V., Eduardo, Alfonso, el masca y Segundo) había decidido tomar la delantera y salió sin ser notado. Los demás (ciclistas y el resto de corredores), conociendo por informaciones previas las dificultades de los primeros túneles, decidimos tomar un trayecto paralelo que nos devolvería a la ruta 4 Km más adelante. Pero ya no volveríamos a ver al grupo de fugitivos hasta la meta, 3 horas más tarde.
Durante el recorrido de 27,5 Km. pudimos ir comprobando los efectos de las lluvias, las aguas turbias y revueltas de ríos envalentonados que arrastran en su discurrir todo cuanto se pone a su paso. Arriba, encinas, chaparros, romero y demás vegetación en su natural desorden; de vez en cuando, olivos colgados de las laderas. Y túneles, más túneles. Pronto divisamos el majestuoso Peñón de Zaframagón, un prodigio calizo de 584 m de altura que alberga la mayor colonia de buitres leonados de Andalucía. Quizás el ambiente gélido de allá arriba impidió, esta vez, que fueran testigos de nuestra aventura. Matorral, madroños, lentiscos y jaras. Y túneles, más túneles. Después de Coripe la ruta transita entre barreras montañosas ya casi al nivel de más ríos. Atravesar el último túnel-trampa necesitó de estrategias malabares antes, durante y después, que dejó marcas residuales en algún que otro osado (el kasa). Finalmente, el duro ascenso de 500 m. hasta Puerto Serrano que también dejó huellas, éstas algo más duraderas, en las piernas de corredores, ciclistas y andadores; pero ya atraídos por el sonido de la recompensa, el olor del bienestar y el sabor de un nuevo reto conseguido. Una ducha sin ducha a la intemperie, un lavado de cara que puso a cada uno en el lugar más soleado de su entorno. Aquí, donde las vivencias personales se convierten en leyendas colectivas.
Como siempre, gracias a la organización, Pepe Poti (¡viva el “Pilares” y la intendencia!), Higinio (¡qué buen maratón!) y Eduardo (¡esa logística!); a todos los que participaron, especialmente a los jóvenes que siempre humanizan el medio ambiente; a los amigos y familiares que, con su presencia, hacen de este grupo una gran familia. De forma particular me gustaría agradecer a Carmen su presencia junto a Manolo y sus benjamines. Tenía previsto hacer una parte del recorrido con Almudena pero en última instancia se quedó sin acompañante por motivos de salud. Asimismo lamentamos la ausencia de Almudena, a la que deseamos una pronta recuperación.
1 comentario:
Gracias Manolo, me dà mucha pena no haber podido acompañaros,estuve llamando a Ramòn durante la travesìa para ver còmo ìbais, pero se ve que no se llevò el mòbil.De todas formar contar conmìgo para la marathòn, aunque no estè muy fina no pienso darme por vencida.
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