sábado, 26 de septiembre de 2009

La fiesta de Cenicienta

No cabe la menor duda de que la tradicional carrera nocturna del Guadalquivir ha tenido una progresión espectacular a lo largo de más de veinte años de historia. Ayer fuimos testigos y sufridores de cómo la policía y voluntarios, desbordados, improvisaban ante la avalancha que pretendía acercarse al estadio. Mientras, algunos figurantes privilegiados sacaban pecho y saludaban con gesto paternal a la masa que desfilaba delante de la tribuna erigida para el evento. ¡Fue tal el poder de convocatoria! A nadie sorprenderá, tal como está el patio, que algún político heroico, desde su poltrona celestial y ebrio de vanidad, empiece a hablar de señas de identidad de la sevillanía, de la cultura ancestral de la primitiva Alándalus para promoverla a fiesta de interés turístico internacional, como los Sanfermines, el toro de Tordesillas o la fiesta de la cabra. Desde luego, la Asociación Nacional para la Protección y el Bienestar de los Animales no tendría que preocuparse mucho, en principio. Aquí los únicos animales que corren son humanos aborregados disfrazados de corredores, cazadores, cornudos, domadores, muñec@s, payasos, romanos, futbolistas... ante una público callejero que se debate entre el aplauso misericorde y la risotada natural. Es probable que protesten los defensores del medio ambiente al considerar tantos efluvios condensados como un atentado a la capa de ozono.
En su desarrollo delirante esta fiesta popular ha sufrido algunas transformaciones que hacen necesario el cambio de nombre, pues lo de “carrera” no deja de ser una intención primaria y el Guadalquivir queda alejado del recorrido multitudinario. Es la fiesta nocturna (tirando a madrugá) de la “cenicienta” que consiste en un desfile-encierro sanferminero por las calles de Sevilla donde gentes venidas de los más insospechados lugares se despojan de sus vergüenzas cívicas y dejan al descubierto sus desmanes en un alarde de alegría concentrada y protagonismo exaltado amparados en el anonimato del ambiente nocturno y ceniciento. La verdadera encerrona, en la plaza-estadio y aledaños.
El próximo año habrá más de lo mismo, quizás ya habremos salido de la crisis aunque seguiremos hablando del cambio climático. De todas formas, conmigo no cuenten, por favor.

No hay comentarios: