domingo, 8 de febrero de 2009

Domingo 8 de febrero

Todos los que hemos corrido más de una vez el maratón (o la maratón, como también se dice) sabemos de su incomparable dureza física y mental. Es un desafío continuo que pone a prueba la capacidad de resistencia, de sufrimiento, y que tiene su contrapunto de gloriosa plenitud cuando atravesamos la línea de meta (a veces sin saber cómo). Por ello requiere una gran preparación en todos los sentidos. El cuerpo y la mente trabajan al unísono y de este maridaje depende el éxito, nuestra confianza, la seguridad en nuestras posibilidades. Los grandes corredores se preparan concienzudamente, registran minuciosamente cada entrenamiento, realizan con estricta disciplina lo específico para cada día de la semana. No suelen hacer excesos, y dedican el tiempo necesario para entrenar. En otro nivel, los medianos corredores autodidactas que se mueven por impulsos, por costumbres, por hábitos heredados de los mayores, sólo quieren reducir el sufrimiento al máximo y llegar de la manera más digna posible. Escudriñan el tiempo en una semana repleta de papeles, obligaciones, responsabilidades, dificultades... En definitiva, en el escueto margen dos o tres días vamos cerrando nuestro afán dentro del paréntesis de mediodía o de final de la jornada. El domingo es el gran día, es la prueba que nos da la confianza, es el calor de los compañeros. Así llevamos algunos años, otros veteranos muchos más. Los que hoy hemos corrido 30 km. sabemos que estamos más cerca del 42. Ahí, dicen, es donde empieza realmente el maratón. Y ahí es donde toma protagonismo el espíritu fortalecido.
No me gustaría terminar esta reflexión sin hacer mención de nuestras grandes compañeras Carmen y Almudena que, a pesar de la irregularidad, siguen demostrando que están ahí por esfuerzo y pundonor; a Javier Encarnito, su hermana (perdón, no recuerdo su nombre) y Silvia que han hecho una interesante travesía en bicicleta. Otros, innombrables, se han perdido en la euforia transitoria de un partido de fútbol sin trascendencia.

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