COMIDA, SOBREMESA, NOCTURNIDAD... POSTMARATÓN

El club de corredores sigue cumpliendo objetivos en esta temporada. Y la prueba del maratón supone la culminación de una dura preparación marcada, este año, por una climatología adversa que ha hecho mella en algunos corredores. Al final, las previsiones se han cumplido en líneas generales y todo el mundo está satisfecho con los resultados, mejores de lo que se esperaba en algunos casos. De todas formas, hay que subrayar que dada la dureza de la carrera, ya es un éxito terminarla. Por ello, felicitamos a todos los abanderados del pundonor que constantemente se entregan al irreprimible deseo de mantener sus principios a toda costa (tanto por exceso como por defecto).
Como cada año después de la carrera, celebramos la comida de hermandad maratoniana. Un buen ambiente, relajado y distendido, el que ayer tuvimos la ocasión de vivir los compañeros de tantas fatigas y de tantos años. De los ausentes sólo alguna mención mientras se trinchaba la carne; a nuestra Carmen un recuerdo cariñoso en su despertar postoperatorio... Poco más, salvo los comentarios de todos los años, los nuevos proyectos, las ganas de seguir compartiendo no sólo kilómetros de gloria sino agradables veladas gastronómicas. Después, la oscuridad de la calle, la noche entrada y la dispersión. Los más osados continuaron apurando los momentos irrepetibles en grandes copas de felicidad efímera entre una bruma humana de olores rancios y temblores, voces apagadas por una música discordante, miradas encendidas, contorsiones excitantes, entre “canales” de pasión bajo los efluvios del alcohol. Por encima de esa masa anónima y amorfa sólo se elevaba, majestuosa, impávida, la figura de Enrique Peral... Antes de partir, un beso y una flor, que sigue emocionando a los que luchamos ya en la trinchera del medio siglo...
La vuelta a casa por GPS, que para eso está la tecnología. Por cierto, un cariñoso tirón de orejas para nuestro “presi”, que no se enteró de que ayer era la comida. En una sociedad globalizada no se puede volver la espalda a las tecnologías de la información y comunicación, más barata, más rápida y más efectiva. Y el que esto hace está aislado en su incomunicación.