Hoy la mañana ha madrugado para vestirse de recuerdo, un
recuerdo inmortal y luminoso entre la bruma de imágenes y vivencias amontonadas
en la noche de los tiempos; un recuerdo que se revive cada año con la emoción
de siempre; un recuerdo proyectado en una imagen: “Va por ti”. Y no hoy no puedo faltar a la cita, entre los
sempiternos eucaliptos, con los compañeros del alma. Bajo un cielo plomizo e
inquietante, el silencio sobrecoge la vida en un minuto y dispara el porvenir
entre subidas y bajadas a través de senderos y colinas reverdecidas por la lluvia
de este nuevo otoño. Hoy lleváis la vida
en la sonrisa, compañeros, la vida que Ignacio nos dejó en una explanada, en
una montaña, en una senda, donde cada año lo encontramos. Porque hoy somos todos
Ignacio Blanco.
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