domingo, 24 de agosto de 2014

Domingo 24 de agosto

Cuando la exaltación veraniega se disipa como gotas de rocío, parece que todo vuelve a la normalidad. Digo “parece” porque la “normalidad” es un término relativo y, cuando menos, polémico.   Acostumbramos a llamar normal a todo lo que tiene una analogía con lo que consideramos mayoritario en el uso o en el comportamiento en cualquier momento o aspecto de la vida. Sin embargo, nuestra visión está condicionada por la experiencia o el conocimiento particular que tengamos del mundo y de nuestro entorno. En el caso que nos ocupa, la incorporación de la mayor parte de efectivos nos restituye en la regularidad dominical como un compromiso necesario y vital sobre el que se sustenta el equilibrio físico y mental del quehacer cotidiano. Y nuestra cita de calendario siempre es “domingo a domingo”  (hoy reputada fórmula milagrosa por algún visionario futbolero), momento en el que se produce la catarsis finisemanal. Con la mansedumbre propia del tiempo avanzamos en nuestras perspectivas y en nuestros desafíos por derroteros de confianza esperando pacientemente el regreso al más allá. De momento, el próximo domingo.

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