
Los años vienen como las
campanadas de fin de año, uno detrás de otro pero sin uvas. Dejamos atrás aquellos propósitos ambiciosos
que nos obligaban a emplearnos a fondo en cualquier frente de la vida y nos vamos
quedando con aspiraciones más humildes y sostenibles, es decir, con la esencia de
lo inmediato. La tradición del rosco de reyes, en torno a la rueda de Fortuna
con los ingredientes básicos de cariño y amistad concentrados en un vaso de
chocolate caliente o en una copa de anís, se ha convertido en seña de identidad
de un grupo de corredores que sigue fiel a su estrella orientada a la plenitud
de la vivencia compartida y a los proyectos en común. Hoy nos quedamos con
esto, nuestra particular esencia de lo inmediato.
FELIZ DÍA DE REYES
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