domingo, 14 de abril de 2013

Travesía Sevilla-El Rocío 2013

Seguimos haciendo camino con una nueva edición de esta tradicional travesía rociera que se ha convertido en un acontecimiento especial para este club de corredores. La experiencia es un grado que posibilita la adaptación a las circunstancias sobrevenidas y la selección de los detalles que realmente compensan. Así, esta vez aproximamos la salida al camino oficial para ganar algo de tiempo y evitar los inconvenientes propios de los últimos km que son los más duros. Al adelantar la llegada entre 45` y una hora evitamos una mayor exposición solar y propiciamos el disfrute del incomparable paraje marismeño.

La lluvia ha asentado las arenas y provocado balsas que ocupan los senderos; por eso, durante el trayecto fuimos solventando las dificultades con alternativas, a veces improvisadas, entre  el boscaje y la vegetación desordenada. Poco a poco nos adentramos en la inmensidad de los bosques y una sensación de libertad nos envuelve. El paraje conocido se nos presenta extraño por lo poco habitual y el instante se contagia de una paz infinita que nos sumerge en el hechizo natural del entorno.   El encuentro con algún visitante ocasional nos devuelve a la realidad. En el Vado del Quema parada obligada para dar continuidad a la tradición y rememorar el paso inevitable del tiempo.

Una hilera de eucaliptos ordenados nos hace el pasillo a la entrada de la Raya. La brisa marismeña es nuestra aliada pero el sol comienza a asomar entre la espesura de las copas frondosas. Ahora son pinos majestuosos y eternos los que flanquean ese mar de arena entre el denso matorral, lentisco y jara. Buscamos la orilla sombría y verde que nos permite el tránsito más soportable pero, a veces, la presencia de lagunas nos obliga a buscar soluciones detrás de la alambrada. Allá arriba las avecillas nos animan con arrullos y gorgojos y, sin esperarlo, llegamos a Palacio. A estas alturas las fuerzas están ya limitadas, el calor desgasta y el agua escasea. Nos recuperamos caminando un tramo pero aún nos quedan 9 km. El paisaje se transforma cerca de la aldea, inmensas lagunas dificultan la marcha pero ya la presencia de alcornoques y acebuches nos anuncian jubilosos el final de la travesía en el venturoso Puente del Ajolí. Aún tenemos que recorrer unos metros hasta ver al primer ángel familiar transfigurado en Larry.

A partir de aquí comienza la expresión de todo lo vivido en el inestimable refugio de la Hermandad de Villarrasa, a quien agradecemos su hospitalidad así como a los que, una vez más, trabajan para que este tipo de encuentros pueda llevarse a cabo. ¡¡Gracias, amigos!!

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