domingo, 18 de diciembre de 2011

Media maratón Sevilla-Los Palacios

La media maratón Sevilla-Los Palacios es la prueba por excelencia de cuantas se organizan en Sevilla, por el número de participantes, por la organización y por la fecha en que se produce. Pero, además, es una carrera especial que no deja indiferentes a propios ni a extraños. Su recorrido en un falso llano mantiene al corredor un punto por encima en la respiración, el clima gélido que suele habitar en ese páramo y, por último, el entusiasmo acreditado con que este pueblo acoge a los competidores en esos casi cuatro km de peregrinación callejera.
Sin embargo, cada carrera tiene su propia idiosincrasia que repercute de un modo particular en los que cada año renuevan su concurso. Las circunstancias son distintas pero el sufrimiento asegurado. Cuando uno está bien, porque quiere demostrarlo y cuando uno no está tan bien, pues por eso mismo. Durante más de una hora hay tiempo para pensar mucho, mirar de reojo a los que llegan, conmoverse del sufrimiento de los que se van quedando, fortalecerse a cada paso y seguir, seguir la estela de los afortunados. En el km 5, después del primer repecho, las cosas se estabilizan; en el 10 percibimos que esa recta interminable por espacios sombríos de solitarios eucaliptos no es uniformemente plana; en el 15 comenzamos a ver vestigios de civilización entre insólitos incondicionales que desafían a las inclemencias naturales para arropar a sus corredores; en el 18, el fervor popular empuja con su aliento; ya no podemos parar. Y en el 20, siempre buscamos la pancarta, esa que engaña cuando apretamos y aún nos quedan 200 metros eternos… el reloj, las vallas, el deseo de sumergirnos en la vorágine, de elevarnos en divina levitación, ese placer de la respiración regurgitada, pero ya quieta, con que el cuerpo nos obsequia.
Sólo aquellos afortunados que tienen la posibilidad de semejante experiencia pueden entender lo que se siente, que es, ni más ni menos, el esfuerzo agradecido de todos los que, una vez más, han demostrado que el ser humano es algo más que egoísmo interesado. Sirva este testimonio de homenaje a mis compañeros de fatigas: el maestro, Segundo, Pedro, Ramón F., Poli, Eduardo y María, la pequeña gran mujer que terminó con empeño lo que se propuso.

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