Un año más hemos cumplido con la cita en la duodécima media maratón Tierra y Olivo de Dos Hermanas con una gran participación de este club de corredores, aunque con la ausencia de algunos notables como el kasa, el furia, Carmen o Pepe Vilches.
Parece ser que el nombre de Tierra y Olivo se debe a que una parte de su recorrido, la que une Montequinto con Dos Hermanas, transcurría por un camino de tierra entre olivos que tomábamos después del hipódromo y salía a la antigua carretera vieja de Dos Hermanas, a la altura de Bellavista. Desde hace dos o tres años la salida de Montequinto nos lleva por grandes avenidas y rotondas directamente al pueblo. El paisaje rústico de olivar y caminos de albero ha dejado su sitio a la modernidad inmobiliaria, aunque aún podamos contemplar alguna reliquia de olivo indultado en medio de alguna rotonda, testimonio mudo de un pasado no muy lejano. Es el progreso que contrasta con la involución lógica y natural de los más veteranos que cada año se afanan por perpetuarse en estos casi 21 km, ya tradicionales. Y si algún iniciado pudiera pensar, al hilo de la veteranía, que la costumbre mitiga el sufrimiento, nada más lejos de la realidad. Los kilómetros se hacen duros y eternos cuanto más nos acercamos a la meta; sin embargo, la recompensa es la satisfacción de ver realizada una gesta preparada cada semana, compartida cada domingo y culminada en la confraternización y camaradería. Por eso, somos invencibles e inmortales.
Agradecimiento a los participantes Poli, Almudena, Ramón F., Rafael Carlos, Segundo, Edu, José A. el Buitre, el Masca, el Maestro, el Iberia, Antonio Angulo, Paco Travado y el Cordobés, con el apoyo ciclista de Paco Barroso.
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