domingo, 22 de agosto de 2010

Domingo 22 de agosto

Parece que en verano nada ocurre más allá de nuestra sombra. La Tierra gira sólo en torno al reducido círculo de nuestro dominio. La actualidad nos llega bronceada de incendios y de trágicas inundaciones. Aquí, nos limitamos a pregonar el calor como excusa para inclinarnos por determinadas prácticas (siempre las mismas).
En la playa se habla de fútbol bajo la sombrilla con el diario deportivo entre las piernas o en un rutinario paseo entre la multitud, sorteando a niños que corren precipitadamente hacia no se sabe dónde, entre familias que se turnan para matar el tiempo intentando denodadamente golpear una ridícula pelota con una paleta... ¡Ya es la hora de la cerveza!
De nuevo sale el tema futbolero, esta vez alternando con los típicos comentarios sobre comidas, tal o cual bebida, tal o cual enfermedad, tal o cual hijo... después perdemos la cuenta de los temas y no sabemos a qué viene esto o lo otro. Al final, la cosa se pone algo más seria. Somos los sufridos ciudadanos ejemplares, sometidos a toda clase de atropellos e injusticias. Parece que el bar-plaza-taberna-chiringuito se va despejando. Es el momento de elevar el tono de la voz, gesticular con vehemencia, para constituirnos en depositarios de la verdad absoluta que, evidentemente, es compartida por el auditorio... aunque siempre está el amigo-compañero-familiar al que le gusta llevar la contraria. Apunta, rebate, resiste, contraargumenta... En la plaza ya no queda ni una almohadilla y los toreros lucen el traje de la confusión.
En la ciudad la temática futbolística es más propia y más cercana, pero igual de recurrente. Todo tiene otras dimensiones. Nos dejamos llevar por la cotidianidad y estoicamente asumimos el calor como algo nuestro que nos posibilita un improvisado tema de conversación y, al mismo tiempo, la solidaridad con el resto de hermanos sufridores “¡qué calor! ¿Verdad?...”
Me gusta el verano porque se vive más, más alejado de la seriedad, con el optimismo del resplandor luminoso, apurando los mejores momentos del día y buscando el fresco de la noche alevosa que también quiere su protagonismo.
Pero ninguna satisfacción comparada a la hora de gloria dominical. Hoy, Edu se ha unido al grupo del Masca, el Kassa y el Cordobés en la travesía fluvial. Ya estamos por la hora y veinte...¡señal de que cabalgamos!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Miedo me dais!!!

el kassa dijo...

ole los escritores de categoria,no se si es prosa ó si es verso pero la alegoria del verano y la caló si que esta plasmá en el blog, por nuestro literato de categoria universal ole tú que puede don manolo y gracias por todo.
Y lo de miedo eso será porque no nos ves hijo, supongo que lo dice R.F el anónimo y un saludo campeón.