Es la fuerza de la costumbre
y el deseo imperioso de mantenerla lo que nos empuja, casi inevitablemente, cada
domingo a este encuentro singular. El día no se prestaba mucho a la aventura por
el riesgo de lluvia torrencial que, ya en la primera amanecida, se anunciaba. A
pesar de todo, la travesía urbana ha constituido toda una experiencia; la
claridad del día ha despejado toda incertidumbre y el sol se ha hecho rápidamente
un hueco entre las nubes, que huían a otros lares. El aire limpio y perfumado en una mañana
espléndida de azul radiante, el silencio conmovedor de una Sevilla que se
despereza en un domingo más largo que de costumbre, el color y el olor
inequívocos de la tierra bendecida, constituyen
el complemento perfecto para discurrir en armonía con los amigos en este día
especial.
Homenaje a nuestros ganadores de La Breña

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