TRAVESÍA DEL ROCÍO 25 DE ABRIL de 2009

En una travesía como la del Rocío tiene uno tiempo de pensar en todo. Pensamientos e imágenes se suceden vertiginosamente en ese caos que son los recuerdos, las vivencias, los deseos, los impulsos... al ritmo cadencioso de la respiración acompasada del movimiento de piernas y brazos; paraje natural de serpenteados caminos entre arbustos, olivos, trigales, naranjos, eucaliptos, al son de una agitada brisa que estremece por momentos nuestros cuerpos. De vez en cuando una pará en el camino (a veces forzada por razones de peso revolcado), algún comentario jocoso, irónico o de ánimo que rompe el embelesamiento favorable en este ambiente seductor. El tiempo pasa, el cansancio va haciendo mella en las piernas y se va apoderando de nuestro organismo. La lúcida enajenación del principio va dejando paso a una obsesión casi agónica de terminar cuanto antes el recorrido. Miramos a los compañeros, atrás, delante, al lado, las respiraciones agitadas se funden y se confunden en el polvo del camino. El horizonte-raya, claro-oscuro, entre esas inmensidades verdes, los pinos, mudos testigos de nuestro deambular zigzagueante en busca del mejor espacio para evitar la superficie arenosa del camino. A nuestro paso, grullas, meloncillos, rabilargos, ratoneros y demás aves nos obsequian con una ceremonia musical. Arriba, un águila imperial planea sobre nuestra sombra al tiempo que merodea a las cigüeñas que, ajenas, pastorean en la marisma. La presencia de alcornoques centenarios y de algún jinete pasajero nos anuncian el fin del recorrido que nos llena de emoción cuando cruzamos el puente del ajolí.

Después, a buscar el merecido premio de la bebida refrescante, la ducha fría y la copiosa comida. Pero por lo que realmente vale la pena tanto esfuerzo es por compartir estos momentos con los amigos, la convivencia necesaria sin la cual no tendría sentido nada de lo que hacemos. Por ello, quiero agradecer a PEPE POTI, de manera especial, y a los colaboradores Higinio, el Masca y otros tantos anónimos que, de forma altruista y desinteresada, hacen posible momentos tan singulares como los vividos ayer. GRACIAS.